domingo, 1 de agosto de 2010

Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia. (Efesios 5:32)

Extracto del Periódico “ARBOL DE LA VIDA”:

LA CAPACIDAD ILIMITADA DE AMAR”

Dios se hizo hombre y en su vivir humano elevó todas las virtudes humanas. El propósito de Dios es que nosotros, sus hijos, podamos manifestar esas virtudes.

Sabemos que en el tiempo de nuestra relación matrimonial pasa por momentos difíciles, momentos de ofensas y conflictos. Algunos llegan hasta pensar: ya no soporto más. Podemos comparar esta situación a la relación de la lengua con los dientes. Por estar muy cerca, es prácticamente inevitable que los dientes muerdan la lengua. Si fuera posible, talvez los dientes podrían argumentar diciendo que la lengua se metió en su camino. La lengua por su parte, podría decir que estaba intentando ayudar a los dientes, al empujar la comida para acercarla a ellos. Pero lo que sucede es que, por estar tan cerca, involuntariamente, eso llega a suceder y no solo una vez, sino varias veces. ¿Qué hacer? ¿Cortar la lengua o sacar los dientes?

Cierta vez Pedro se acercó al Señor Jesús y le preguntó: Señor, ¿Cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? (Mateo 18:21).El Señor entonces respondió: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete (vs.22).

En el transcurso de nuestra vida matrimonial, si estamos unidos a la cabeza, que es Cristo, como la lengua, siempre estaremos dispuestos a perdonar a los dientes y no solo siete veces. Si nuestra unidad proviene de la misma vida, y estamos unidos a la misma cabeza, ¡podremos perdonar setenta veces siete! Si usted cree que eso es imposible, acuérdese de que no logramos enumerar cuantas veces el Señor Jesús ya nos ha perdonado. De hecho, la capacidad de perdonar del Señor Jesús es ilimitada y necesitamos saber que recibimos esa capacidad cuando fuimos regenerados al creer en El.

Si nuestro perdón todavía es limitado, es una señal que todavía no vivimos según nuestra nueva naturaleza que recibimos al creer. Si esta es nuestra situación, todo lo que necesitamos es arrepentirnos por invocar poco el nombre del Señor durante el día y por no recibir la palabra de manera adecuada. Si alimentamos la fe con el Nombre y la palabra del Señor, ciertamente manifestaremos la capacidad ilimitada de perdonar. ¡Manifestaremos a Dios mismo!

Autor “EDITORA ARVORE DA VIDA”

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